lunes, 9 de abril de 2012

El Obispo Alfonso



SIGNIFICADO DE LA CRUCIFIXIÓN

Vamos a tratar de algunos significados de la crucifixión y de la Pascua. “Crucificar es hacer sufrir o ser obligado a sufrir”. Crucificar significa también, cambiar, o ser obligado a cambiar.

Puede decirse que, por ignorancia o temor, el hombre crucifica a su ser interno, a su alma, dentro de sí mismo.

Cuando se comienza a advertir ésta hecho, al ir ganando en sabiduría, va aumentando en comprensión y haciéndose juez de sí mismo, como Salomón, comienza a construir el templo espiritual; en éste proceso hace una reversión del procedimiento y comienza entonces a “crucificar”, es decir, a cambiar, a transmutar los pensamientos, deseos, apetitos y pasiones degeneradores, en lo que es Divino o Crístico, creando pensamientos y emociones elevados.

En esta crucifixión son condenados los pensamientos negativos, el egoísmo, el error. Estos fueron atendidos durante mucho tiempo y no nos abandonarán sin lucha, pues al tratar de sustituirlos por pensamientos positivos, por altruismo y verdad, reclamarán ser atendidos como antes y ésa lucha nos trae a veces oscuridad y confusión.

La crucifixión, o transmutación de lo grosero y egoísta, en lo refinado y altruista, conduce al dominio de sí y de todas las fuerzas que se acumulan en el Yo, y le dan poder.

Nuestro Ego debe ser crucificado; no para ser destruido, sino purificado y liberado de la ignorancia de modo que pueda “ascender a la gloria” después de haber vencido la tumba, o sea, la estrecha limitación de egoísmo. Los deseos y exigencias de tipo egoísta, de topo inferior, cuando se encaminan a propósitos inconvenientes, tienen que ser cambiados por ideales que impulsen hacia una vida más alta, más amplia, para cumplir nuestra verdadera misión en la tierra. Sólo hay un camino y éste es el de la Cruz. No implica la destrucción de lo viejo sino su limpieza; la elevación de los deseos y la purificación y regeneración de lo que poseemos y tenemos que hacer, renacer. No debemos nuestra adhesión a los pensamientos negativos que nos llevan a la separatividad, sino cultivemos aquellos pensamientos que nos conducen a una vida de amor y compasión, de bondad y de deseo de ayudar. Estos elevados pensamientos y emociones constituyen el alimento que necesitamos para nuestro desarrollo y así entramos en la fiesta de adoración a Dios. Los pensamientos, son siempre los que nos inducen a la acción, y nos conducen a la caída o a la Pascua. Los deseos son los incentivos. La mente purificada eleva nuestro nivel vibratorio y nos induce a la acción positiva creadora. El “advenimiento “o despertar de la consciencia se produce, a menudo, en la hora de mayor prueba.

Nos creemos fuertes, pero sometidos a prueba nos encontramos, muchas veces, débiles. Nos creemos dispuestos a servir, a sufrir e incluso a morir por otros, y descubrimos que temblamos por nuestra propia seguridad, y que nuestra necesidad es grande. A veces, nos mostramos complacientes con nuestras debilidades y, sin embargo, nos consideramos fuertes. Podremos llegar incluso a ser maestros de verdades constructivas, pero no siempre avanzamos lo suficiente, para ver más allá del velo del nuestro templo interior, y comprender que el Dios de nuestro corazón se halla prisionero y sin expresión. ¿Hallaremos así la paz y el descanso? Para ello debemos vivir de acuerdo con las leyes que señalan la paz y el descanso. La familia humana ansía la paz, pero hasta ahora ha sido incapaz de esfuerzos verdaderos en pro de esa paz. Para hallarla, debe primero obtenerla dentro de sí, y entonces, sólo entonces, podrán hacerse esfuerzos fructíferos para que la paz florezca en el mundo. Nuevamente tenemos que citar la Ley Hermética: Así como es adentro, así es afuera.

Juan predicando en el desierto, no sea la mente despierta, debe ser nuestro guía y constructor. La mente despierta es la creadora y constructora y transmisora de las altas vibraciones que nos comunican con los altos niveles de existencia. La mente puede ser la destructora, así como la salvadora de los hombres. La mente es la creadora del pensamiento. Está continuamente empeñada en crear y producir, amontonando grano, o cizaña, o ambas cosas a la vez, hasta que sepamos dirigirla.

Pascua significa “paso” de un lugar a otro, de un estado a otro; indica una liberación de la esclavitud. Señala un cambio, una transacción espiritual de un estado bajo hacia otro más elevado. Puede tratarse de un cambio en la mente o de una transmutación del yo objetivo. Comienza en la mente. La Pascua, des de el punto de vista espiritual, contempla la purificación y el vuelo de la personalidad del alma que se desprende de los pasados errores y termina identificándose con aquello que “conocemos como Dios” a través del despertar e iluminación de la consciencia. Esta tarea o proceso se halla simbolizado por la esfera alada, o sea, el alma libre que asciende a los cielos, impulsada por el conocimiento y el amor, las más potentes alas que podamos poseer. Todos, sin excepción, los que desean obtener su unidad o hacerse consciente del Cristo, deben pasar la “pascua”, no hay ni puede haber otro camino hacia la iluminación.

El que despierta al anhelo de lograr la iluminación de su consciencia, la fuente de la que fluye toda sabiduría, no necesita buscar más, ya que allí, en el Ser interno, se halla todo lo que ha sido, es y será. “Busca primero el reino de los cielos y lo demás te será dado por añadidura”, es equivalente al mandato, “Busca tu ser interno, despierta, hazte consciente, logra el cabal desarrollo de tu personalidad del alma y lo poseerás todo y llegarás a ser en verdad uno con la Divinidad”.

No debemos temer por el mañana, ni permitir que el mundo nos ponga el obstáculo de sus opiniones y juicios. La demora significa pérdida. El dilatar las cosas, aquí como en todos los terrenos, no significa sino robar tiempo y perder oportunidades. Se trata de la Pascua del Señor. Es el cambio de la degradación por la regeneración de todo el ser, el Ser total debe hacerse “Sagrado”. El conocimiento y el hallazgo del camino, a menudo vienen a nosotros cuando la noche es más obscura. Cuando las penas y cuidados de la vida nos acosan con más intensidad… Dejemos que el fuego Sagrado, (Espíritu Santo), penetre en nosotros; dejémosle hallar un lugar de descanso en el trono de Dios que está dentro de nosotros y entonces las tinieblas serán anuladas por la luz del Fuego del Espíritu Santo.

Los pensamientos y deseos deben ser purificados y llegarán a serlo; la vibraciones bajas se cambiarán en fuegos de vida dentro de nosotros “ante el trono de Dios y le sirven a Él (y a nosotros) día y noche en su templo (nuestro cuerpo regenerado); entonces no tendremos más hambre ni sed porque el cordero que se halla en el centro del trono nos alimentará y conducirá hacia la fuente de agua viva (la sabiduría).

Cada vez que nos liberamos de los pensamientos y deseos negativos, destructivos, elevamos nuestro nivel vibratorio y haciéndolo, “conocemos la Pascua en recuerdo de aquél que nos indicó el sendero de la vida”. Y es como alimento, substancia espiritual, para la personalidad del alma, que se hará fuerte y “sumamente activa para el bien”. Cuando buscamos lo que enaltece, nos purificamos de todos los errores que constituyeron el lastre que nos impidió avanzar. No podemos realizar lo que no penetra en nuestra mente, el reino del pensamiento.

Todo acto es el reflejo exterior de la mente en acción; de los pensamientos albergados por la mente, de los deseos originados por los pensamientos, o el pensamiento-acción. El cuerpo es nuestra morada, lo que la mente es en realidad, lo conocemos por sus actos, lo que la personalidad del alama ha de ser, depende de los pensamientos que creemos y hagamos poderosos. Únicamente cuando bebamos el vino de fruta y compartamos el pan ázimo de la purificación, sernos capaces de pasar al hermoso templo donde el cordero se sienta en medio del trono.

Los misterios de los antiguos profetas de Dios se hacen simples a la luz que emite la consciencia iluminada. La iluminación espiritual no permitirá que sigamos cegados por las ilusiones y la ignorancia. No significa que los verdaderos requerimientos de nuestro ser objetivo le sean negados y que debemos vivir en forma ascética, ni tampoco que debamos mantener hambriento o descuidado el ser físico. La espiritualidad sola es vida, pero el alma viviente requiere un vehículo a través del cual pueda manifestarse para cumplir su servició. “honra a tu padre y a tu madre”, dice el divino mandamiento, es decir, da al cesar (al Cuerpo) lo que le pertenece al cuerpo y al Señor, (al Alma) lo que corresponde al Alma, aquello que le es necesario para que pueda ser lo que debe ser.

Debemos “marcar” cuidadosamente nuestra vivienda (el Cuerpo), con los signos de la iluminación (recto vivir) y comprensión, (salud y fuerza como signo de obediencia a la Ley); ya que el cuerpo refleja la Verdad; el Alma que vive dentro de él. El día en que éste proceso se complete tendremos la Pascua, o paso de lo material a lo espiritual o propio del alma, de lo mortal hacia lo inmortal

La Pascua, instituida entre los Judíos por Moisés, es un símbolo de éste cambio interior que debe realizarse en todo ser humano, si queremos que sea posible la iluminación de la consciencia.

Todo en ésta prueba, es también símbolo del conocimiento esotérico necesario para todos y cada uno de los que buscan llegar a adquirir la iluminación de la consciencia y obtener la evolución de la personalidad del alma, requisito necesario para la Pascua.

Este paso debe ser celebrado como el “Sabad del Señor”, en todas las moradas. En todas la moradas, significa que todo lo que hagamos debe tener el carácter de adoración. El más humilde trabajo, el más humilde servicio si se hace con alegría, con amor y buena voluntad, no sólo cumple un acto útil, sino que con toda seguridad mostrará adoración, “en todas las moradas”. Adorar a Dios en todas la Moradas es amar lo que hacemos o por lo menos realizarlo con buena disposición. Es también “adorar a Dios en todos nuestros días”. ¿Cuántos se acordarán de esto y actuarán en consecuencia? Lo hagan o no, ésta es, sin embargo la verdadera manera de adorar.

La pascua debe ser lograda por cada uno de nosotros. No es posible que la humanidad en masa logre ése paso.

La Pascua debe ser cumplida en forma estricta y no con pompa y ceremonia como si un rey de la tierra fuera coronado; ni tan poco con fiestas y muertes de animales indefensos, ni por disipación y hartazgo, sino por la transmutación y crucifixión de todo lo que nos desvía de nuestro verdadero camino, de todo lo que nos aparta de nuestra realización.

De este modo seremos elevados para que logremos nuestra Reintegración dentro de la Unidad con el Padre y en calidad de Hijos de Dios.

Esta es la razón del mandamiento que dice a todos lo que prueban la sangre de vida. “Todas las veces que hagáis esto, lo haréis en recuerdo mío”.

El servicio es la llave hacia la grandeza, y grandes son los que se hacen como niño, y cuyos corazones son puros y libres de engaño. Cambiemos, transmutemos nuestro ego y obtendremos libertad para nuestro ser interior. Nuestro ser y su satisfacción son los velos del templo que ocultan el Santo de los Santos a nuestros ojos. Nuestro ego debe sufrir la regeneración, debe nacer. El egoísmo nos oculta todo lo que es hermoso y deseable en el ámbito espiritual, y permite que reine la obscuridad sobre la “faz de lo profundo”, es decir sobre todo lo que es más admirable en nosotros. No debéis dejar que se nos diga: “Esa vida elevada a la cual aspiráis será peor que vivir en una tumba, pues os serán negadas todas las cosas deseables; todos los tesoros de la vida, todas las actividades que le proporcionan sabor”. Tal conclusión es completamente falsa. Nada que sea bueno, tanto física como espiritualmente, o sea trabajo, placer, provecho, entretenimientos, posesión o emociones, se le niega al hombre, aún cuando fuera un ángel. Solo aquello que puede ser dañino o inconveniente para los demás y en consecuencia para sí mismo, se halla prohibido en el código de la vida. Con el entrenamiento y el desarrollo que unos proporcionan nuestras enseñanzas comprenderemos nuestras debilidades y nuestras pasiones y también sabremos apreciar nuestra fuerza, una vez hayamos llegado a conocer nuestras innatas posibilidades. Llegaremos a penetrar el misterio que conocemos como mente, con las emociones en conflicto, y seremos capaces de leer en los hombres y en la naturaleza como en un libro abierto. Se aproximan los días en que la tradición conmemora la Crucifixión y la Pascua de Aquél que nos dijo “Yo soy el camino ““Yo soy la vida “. Sepamos comprender y ofrecernos en servició para prepararnos y vivir en nosotros nuestra Pascua, el “paso” de nuestro presente estado a un estado superior que nos permita ser cada día más útiles reconociendo la misión que cada uno de nosotros tiene asignada.

Que así sea.

Mons. Alfonso Obispo Fundador +